viernes, 6 de mayo de 2011

Jabón natural y mercado.

Vivimos una época en la que ,gracias a la mayor conciencia social sobre la salud y la necesidad de reducir nuestros residuos contaminantes , existe  un interés cada vez más acentuado sobre el retorno al uso de materiales menos tóxicos , más naturales. Y esto revierte también en el crecimiento del interés por la cosmética natural, un tipo de cósmetica de tradición anclada en el pasado pero mejorada por la supresión como ingredientes de materias de dudosa salubilidad y por la adición de nuevas materias primas proporcionadas por la expansión del comercio global.
Este tipo de cosmética se presenta como una alternativa con futuro en los hábitos de consumo de la sociedad y sin embargo su implantación requerirá del apoyo tanto del paso del tiempo como  a nivel gubernamental para reeducar el criterio de los consumidores.

En principio, en lo que concierne al jabón nos enfrentamos en España a la pérdida de la costumbre de usar pástillas de jabón para la higiene corporal diaria. Artículos como las prácticas jaboneras de pared para las duchas o bañeras parecen ya casi extintos. Al gel comercial se le atribuyen facultades, como la practicidad o la economía de gasto , que no dejan de ser ficticias.
Lo cierto es que una pastilla de 100gr de jabón artesanal elaborado mediante el proceso en frío dura lo mismo o más que una botella de gel de un litro con el beneficio añadido de no ser una mezcla de tensoactivos químicos, procedentes del Coco,  e ingredientes derivados del petróleo.
Tampoco voy a equiparar los jabones de glicerina con los jabones de aceites vegetales trabajados en frío puesto que los primeros en la mayoría de las ocasiones poseen una formulación parecida a la de los jabones comerciales.

Encuentro a mucha gente a la que le resulta atrayente la idea de abandonar el uso de productos en cuya composición intervengan ingredientes no naturales y sin embargo al mismo tiempo desean productos naturales con los mismos efectos que los que proporcionan agentes químicos.
Los jabones elaborados con aceite de ricino y altos porcentajes de mantecas vegetales son estupendos para el cuidado del cuero cabelludo y para una limpieza delicada  e hidratación del pelo pero no tienen la capacidad de aportar una película que se adhiera al cabello y lo alise o flexibilice , para ello deberíamos añadir siliconas, lanolinas y otros productos de dudoso efecto sobre la piel.
Para la opinión mayoritaria es de suma importancia poder proceder al peinado sin esfuerzo y otorgan a este  resultado cualidades hidratantes que en realidad son inexistentes.
Nuestro nivel de exigencia es tan alto y nuestro criterio está tan confundido por el mundo de la publicidad que a veces se vislumbra un muy largo  y difícil camino en la vuelta al uso de productos naturales.

En la misma linea seguimos con las cremas, lociones y perfumes. Queremos que duren años sin pensar que solo los conservantes químicos pueden conseguir esa proeza, queremos que los perfumes sean naturales , duraderos y baratos , sin considerar que los aceites esenciales son sumamente costosos puesto que para extraerlos se necesitan ingentes cantidades de materia prima y que su durabilidad,  o índice de evaporación , siempre será menor que aquellos que contienen fijadores y esencias artificiales en su mayoría derivados del petróleo.

Muchas veces pienso que los hábitos de consumo necesitan de un buena revolución y me viene a la cabeza otro ejemplo que nada tiene que ver con la cosmética y si con la alimentación : queremos frutas grandes, hermosas , sin marcas y no pensamos que el tamaño se logra por un riego y fertilización intensivos, con el consiguiente gasto hídrico y contaminación del subsuelo, y por tanto obtenemos frutas con un tamaño y aspecto deseable pero con nulo sabor que además han sido tratadas con pesticidas sistémicos. Todos nos quejamos pero no somos capaces de orientar nuestro consumo hacia una calidad que nada tiene que ver con el aspecto.
Y ya sé que esto último no está relacionado con lo que a mi me interesa , la cosmética, pero si nos fijamos forma parte todo de un problema global : nuestros hábitos de consumo requieren de químicos para ser satisfechos.

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